Si bien es cierto que la ola de calor, sin precedentes en las últimas décadas, despertó la solidaridad de muchos respecto al consumo de agua, no por eso dejó de alarmar a la mayoría de los vecinos y socios, el comunicado de la Cooperativa de Servicios Sierra de los Padres.
“Nos vemos en la obligación de informarles que nuestro barrio está en serio peligro de quedarse sin agua. Los reservorios (tanques) están casi secos. Las bombas, todas, se encuentran en funcionamiento, pero no pueden dejar de hacerlo debido a la enorme demanda.”
La “cooperativa” que durante más de 60 años operó como cooperativa de agua, dejó de invertir en las redes del “vital elemento”, según ellos mismos admiten, desde hace un par de años, cuando se convirtió en “cooperativa de servicios”, destinando los fondos de los socios, que aportan con sus boletas de agua para otros servicios que no todos reciben.
Además, a diferencia de otras prestaciones que suministran varias empresas privadas en la zona, el agua y la luz, son concesiones públicas y monopólicas.
Esto último, cooperativa o no, implica una responsabilidad y obligaciones con respecto a la prestación muy diferentes, dado que el usuario no puede elegir otra empresa, y en el caso de Sierra tiene incluso la prohibición de hacer una perforación propia para su abastecimiento.
En las cooperativas en general, o en la mayoría, no sólo en las locales, los Consejos de Administración suelen estar pintados, dibujos de los gerentes y empleados que en definitiva son los que las manejan y a la larga se llevan las utilidades de los socios, basta mirar algunos casos cercanos. Salvo las ganancias, no hay mucha diferencia entre ellos y cualquier empleado público promedio.
Ahora bien, si las cooperativas locales, tanto la de Sierra como la de Laguna, tienen tantas utilidades como para destinarlas a obras de otros rubros, incluso clandestinas, utilidades que jamás distribuyeron entre los socios, deberían mínimamente garantizar el mejor y más eficiente servicio en sus prestaciones fundamentales primarias, para las que fueron creadas, incluso en las peores condiciones climáticas, o bien bajar las tarifas de esos servicios y no subsidiar los otros que brindan con las utilidades de las abultadas facturas del agua o la luz.
Cómo se explica si no que Claro o Fibertel cobren el mismo servicio en Mar del Plata más que las cooperativas en la zona.
Llega el verano y nos piden que apaguemos los aires acondicionados, dejemos de regar o de llenar piletas, pero se ponen a vender estabilizadores para resolver los inconvenientes de algunos usuarios a los que le subsidian las tarifas a costa de lo que durante más de medio siglo vienen sobrefacturando. Es hora de que la ecuación se invierta y que los servicios nuevos y no esenciales, “logrados” a costillas de todos los socios, sean los que permitan bajar las tarifas de agua y luz y mejorar esas prestaciones.
Ladrones. Chorros. Cobren lo justo