Por Libertad Magenta
Atiende a los vecinos, reúne a los barrios para las fechas patrias, se pasea por las plazas saludando a los niños y niñas y escuchando a sus padres y va a los actos de las escuelas.
Se mete hasta la cintura en el agua cuando un vecino se inunda.
Nos conoce a todos y se preocupa por cada uno de nosotros.
Sale en plena tormenta para ver las calles que se llenan de agua y luego trabaja para arreglarlas.
Es un cazador de luminarias rotas durante la noche y de pozos durante el día. Busca nuevas inversiones y gestiona puestos de trabajo para nuestros jóvenes.
Formó un equipo de vecinos y vecinas que también están en todos lados como las hormigas, juntos trabajan cada día por la zona, porque decidieron que era lo que querían hacer, no porque no tenían nada mejor que hacer, sino porque están convencidos que hay que poner tiempo, corazón y garra para vivir mejor, para que sus hijas e hijos vivan mejor, para que todos los vecinos vivan mejor.
Sienten la presión de la cercanía y el miedo al rechazo, todos sabemos dónde viven, quienes son y que hacen. Los podemos ver si cambian de auto, casa o pareja, y hacerles sentir el rigor cuando se descarrilan o abrazarlos cuando aciertan.
Eso podría pasar, eso podría pasarnos a nosotros, tener un intendente en el pueblo, no un empleado del intendente de turno de Mar del Plata, sino una persona cuya única prioridad sea la zona y no tenga que reportarle a nadie salvo a los vecinos.
Tener un Concejo Deliberante que delibere por y para nosotros, una Dirección de Obras que se preocupe por nuestras obras, una Dirección de Turismo y Deportes que planifique para nuestros hoteleros y gastronómicos, para nuestros clubes, para nuestros niños y niñas, una Secretaría de Hacienda que gestione nuestros recursos con la mirada puesta acá.
Llevamos años de ser ignorados y tal vez el ejercicio que les pedimos sea difícil de realizar, pero se nos ocurren cientos de buenas razones para que nuestro intendente sea un vecino o vecina y tenga su domicilio aquí cerquita, se nos ocurren cientos de buenas razones para ser un municipio, y no le pedimos querido lector que haga el ejercicio de buscar cientos de razones, sólo una, piense el lugar en donde vive, piense en el lugar en el que le gustaría vivir y luego desde su más íntima convicción, no es necesario que lo manifieste (por ahora) piense si ese sueño no es mucho más factible teniendo a un intendente a la vuelta de la esquina.
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