Sin permisos municipales ni planos, sin Ordenanza que los autorice al uso del espacio aéreo público, ni haber abonado un solo peso de tasas municipales, la Cooperativa de Agua Sierra de los Padres avanza por las calles del barrio colocando postes para una supuesta red de fibra óptica, constituyendo así la obra clandestina más alevosa de la historia serrana.
La entidad que pide hasta el análisis de saliva para poner un simple medidor de agua a un nuevo usuario, temerariamente procede sin siquiera atender los llamados de atención del municipio, que le solicitó en tres oportunidades detener la obra, alocadamente a colocar postes en la vía pública con el consabido riesgo que podría provocar cualquier accidente. ¿Cuál es el apuro?
Para poder construir una red de fibra óptica, además del permiso nacional que da el ENACOM y que es un trámite menor y rápido, debería cumplimentar la Ordenanza Nº 9163 que regula el uso del espacio aéreo en todo Gral. Pueyrredon. Vale decir nadie se puede poner a colocar postes sin otra Ordenanza que lo autorice, presentar los planos correspondientes calle por calle, abonar una tasa que por metro lineal equivale prácticamente a un metro de fibra y tener un profesional de la ingeniería que lo avale junto a otro de Seguridad e Higiene que se hagan responsables de los trabajos.
Mientras que otras empresas como Grupo Sierra, por ejemplo, la única autorizada para el mismo proyecto, hace meses viene cumplimentando todo lo solicitado por el municipio y aún no termina por cuestiones burocráticas, prepotentemente la Cooperativa inicia la obra sin medir las consecuencias para el Consejo Directivo, ni para sus asociados que en definitiva son los verdaderos dueños de la entidad. ¿Qué va a pasar cuando además de EDEA y Telefónica haya dos o tres líneas de tendido más? ¿El Concejo Deliberante aprobará tal aberración a la contaminación visual? ¿Y si no lo aprueban, los asociados pagarán lo gastado hasta ahora por caprichos internos?
Es una necesidad, por supuesto, tenemos que entrar al Siglo XXI de una vez por todas. Pero en este caso, cuando hay dudas sobre la potabilidad del agua en su zona de influencia, cuando deberían hacerse cargo del problema de las cloacas, ya que es el agua que entregan desde ahí la que llena los pozos, resulta extraño y sospechoso el apuro y el menosprecio al sostenimiento de la calidad de vida de sus asociados. Si quieren facturar más deberían, tal vez, solicitar la extensión de la red de agua a los barrios adyacentes como Colina de los Padres, que también sufre del problema de la contaminación de napas –las mismas napas de que se nutre la Cooperativa- como lo aseveró el Grupo Aguas.
Lejos quedaron los tiempos donde la entidad volvió a la legalidad cuando era comandada por Juan Carlos Ferrer, parece que ahora la audacia y la prepotencia se retrotrajo a los ’90 donde nos tenían a todos al trote como patrones de estancia, mientras hacían pingües negocios inmobiliarios. Ahora habrá que volver a estudiar si las tarifas que aplican son legales, hacer análisis propios del agua y otras yerbas, porque si son capaces de hacer una obra trucha, son capaces de todo.
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