Agosto es sin duda el mes de homenajes y rituales a la Pachamama y otra vez tuvimos el privilegio de participar de una hermosa fiesta con la comunidad de la empresa CIFSA, más conocida en la zona como Tamara o simplemente el frutillar. Todos participaron con entusiasmo, empleados, sus familias, hijos y amigos, hasta los gerentes se sumaron para homenajear y agradecer a la Pacha los frutos del año.
La Mama Pacha nace como una diosa de los Incas representando nuestro planeta pero luego de norte a sur cada pueblo, cada etnia, le fue agregando sus propias improntas.
Pacha es un término aimara y en quechua significa tierra, mundo, universo, tiempo, época. Desde tiempos ancestrales el ritual central de la Pachamama o fiesta de la Madre Tierra es la challa o pago, que de algún modo implica un acto de reciprocidad. Darle ese día, o devolverle, lo que con amor nos regala durante el año. Challar es ‘dar de comer y beber a la tierra’. El challaco, abarca una compleja serie de pasos rituales que comienzan en las viviendas familiares la noche de la víspera, durante la cual se cocina una comida especial y culmina con el ritual principal a la Pachamama, con una serie de ofrendas que incluyen comida, bebida, hojas de coca y cigarros que ese día se comparten con ella. Hay importantes momentos de devoción y oración, pero es una fiesta muy alegre, como un cumpleaños, donde no deben faltar los regalos, la música y el canto, el papel picado, las serpentinas y hasta fuegos artificiales.
Muchos de los que se perdieron lo mejor de ese primer día del mes de Agosto, no se olvidaron de brindar por ella y hacer fondo blanco en su copa de caña con ruda.
De esta manera va nuestro homenaje a quien es la mayor proveedora de la humanidad y sin embargo maltratamos tanto, nuestra madre tierra.
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