Patricia Bullrich dice que desaparecen personas todos los días. Y dice eso para sumergir la desaparición de Santiago Maldonado en la misma oscuridad en la que están a la fecha las miles de personas que en Argentina, un día, no volvieron a sus casas y nunca más se supo de ellas. Pero la oscuridad que envuelve a Santiago, es otra. Y está pensada, articulada y promovida por la inmunda asociación a la que nos tienen acostumbrados el gobierno y los medios hegemónicos.
Bullrich nos dice que el Estado es tan incapaz de encontrar a todas esas personas perdidas como lo es en encontrar a Santiago. Pero Bullrich quiere que naturalicemos estas ausencias, que las tomemos como hechos cotidianos de la vida. Tristes, claro, pero frecuentes, y, por ello mucho menos sorpresivos y singulares.
Lo que Bullrich no dice es que el caso de Maldonado es absolutamente diferente a cualquier otra desaparición, porque a Santiago Maldonado lo secuestró Gendarmería. Los testigos lo afirman, un juez rubricó esos dichos y la propia Gendarmería mintió y ocultó información sobre el operativo del 1 de agosto: dijeron que no participó ningún unimog (un tipo de camión mediano) durante la represión, y las huellas dejadas por, justamente, un unimog en el sitio, desmienten ese punto. Pero, ¿por qué falsearían ese dato? Quizá la explicación verdadera sea la más simple: porque los testigos afirmaron haber visto cómo Gendarmería sometía y golpeaba a Maldonado antes de subirlo a un unimog y que no volviéramos a saber de él.
También es importante recordar que Gendarmería entregó todos los otros vehículos utilizados en ese operativo recién lavados para que sean analizados. El exceso de pulcritud es sólo otro detalle en este decálogo de mentiras y ocultamientos.
Bullrich dice que no va a cometer la injusticia de tirar un gendarme por la ventana, aludiendo a quienes persiguieron, golpearon, secuestraron y desaparecieron a Santiago. Hasta dice que los efectivos que participaron en el operativo tienen buena relación con las personas de esa zona. Buena relación con los reprimidos, sí, claro: el cinismo de Patricia es sólo comparable con las mentiras que apaña. Y los que quieren que creamos que el caso de Santiago es igual a miles, son los mismos que quieren que creamos que en Entre Ríos hay un pueblo donde todos se parecen al joven secuestrado por una fuerza represiva del Estado. Bullrich nos miente, nos patotea, nos toma el pelo, pero no nos dice lo que necesitamos saber con urgencia: ¿Dónde está? Porque ya sabemos que se lo llevó Gendarmería, pero, ¿qué pasó después? ¿A dónde se lo llevaron? ¿Qué le hicieron a Santiago?
Hoy es sábado. La Ministra estuvo falseando en el Senado el jueves. Hay nuevas pruebas, videos que demuestran que hubo represión sobre los mapuches. Pero nos sigue faltando Santiago.
El andamiaje mediático que elaboraron para intentar tapar este sol con un dedo, es otra muestra de que están dispuestos a hacer cualquier cosa, contra cualquiera. Hasta difundieron fotos de herramientas de trabajo diciendo que eran un arsenal oculto de un grupo separatista indígena.
Buscan que odien a los mapuches, como lograron que odien a tantas personas y tantas cosas. Y mientras tanto, tenemos otro desaparecido en democracia. Y, esta vez, es el Estado el único responsable, pero la complicidad, como siempre, es optativa.
Fuente: María José Sánchez para 24baires.com
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