El domingo 4 de diciembre, en horas de la madrugada, alrededor de las 5 de la mañana ya casi de día, un Fiat 147 color celeste metalizado patente URA 100, conducido por Jesús Agüero de 20 años, se estrelló contra el dormitorio de la casa de una familia de Sierra, mientras les destruía el auto que estaba estacionado dentro de los límites de su propiedad. En el camino cortó el tensor de acero de un poste de luz de EDEA y rompió el cerco de madera. Al retirarse la policía científica del lugar expresaron clara y abiertamente que el auto no había sufrido problemas de mecánica antes del accidente y afirmaron que no venía a menos de 120 – 130 kilómetros por hora por el Circuito Gral. San Martín que recordemos, no es más un circuito de carreras de automovilismo desde 1951, cuando se mató el piloto Luis De Dios. El domingo 4 de diciembre, en horas de la madrugada, alrededor de las 5 de la mañana ya casi de día, un Fiat 147 color celeste metalizado patente URA 100, conducido por Jesús Agüero de 20 años, se estrelló contra el dormitorio de la casa de una familia de Sierra, mientras les destruía el auto que estaba estacionado dentro de los límites de su propiedad.
En el camino cortó el tensor de acero de un poste de luz de EDEA y rompió el cerco de madera.
Marcelo Silva y su mujer Cintia Fernández, que de casualidad estaban solos esa noche, se despertaron con el ruido de una explosión mientras los escombros de la pared caían sobre Cintia.
Después de llamar a la policía, empezaron a llegar amigos del conductor y sus padres. Roberto Agüero, al que todos conocemos porque es quien trabaja con el tractor de la Sociedad de Vecinos, en lugar de pedir disculpas, les pedía a las víctimas que no insulten a su hijo, como si la casa se la hubieran puesto en el camino.
Cintia comenzó a sentirse cada vez peor y recién a las 7,30 de la mañana cuando estaba llegando la policía científica un patrullero trasladó al conductor del 147 que hasta ese momento seguía con sus amigos, a la Vucetich para revisarlo y hacerle un estudio de alcoholemia y un efectivo trasladó a Cintia en su auto particular hasta la Unidad Sanitaria, CAPS La Peregrina, donde le dijeron que ahí no podían atenderla porque no tenían para hacer placas (radiografías), que había que llevarla al Hospital Interzonal, y que no podían llamar a la ambulancia porque ella estaba caminando por sus propios medios, el efectivo pidió que quedara registrado el ingreso de la damnificada y la llevó al hospital.
Placa tras placa y otros estudios, el efectivo se retiró del hospital cerca de las 10 de la mañana dejando a Cintia sola, ya que Marcelo, su pareja, no tenía el auto en condiciones y no podía dejar la casa abierta sola.
A ambos les consta que la policía en ningún momento pidió una ambulancia para que trasladen a Cintia y mientras a ellos les tomaban declaración, el nene Agüero charlaba y tomaba agua en un auto con sus amigos y los policías tomaban mate. Al retirarse la científica del lugar expresaron clara y abiertamente que el auto no había sufrido problemas de mecánica antes del accidente y afirmaron que no venía a menos de 120 – 130 kilómetros por hora.
Cintia Fernández terminó con una lesión traumática en cuello y hombro, por lo que le recetaron tres semanas con cuello ortopédico y cabestrillo en su brazo izquierdo, analgésicos, antinflamatorios y ninguna actividad que implique hacer esfuerzos o realizar movimientos bruscos. Cuando la iban a buscar al hospital, el efectivo le pregunta a Cintia, si no le molestaba volver en el mismo móvil con el chico que los había atropellado.
Fue en ese momento que Cintia creyó que otra vez se le caía la pared encima y dijo “no, gracias, me viene a buscar mi hermano”.
Nueva Sierra estuvo con ellos, abatidos, preocupados, Cintia nos decía “Yo le dije que llame a los padres, pero la reacción que tuvieron fue protegerlo, se enojaban con Marcelo porque lo insultaba, él me veía mal a mí y en medio de todo eso estaba nervioso y yo tratando de calmar a todos, terminé pidiendo disculpas yo por los nervios lógicos de mi marido”.
También comentaron que siempre se escuchan picadas en el circuito y se preguntaban “Hasta dónde llega la responsabilidad de los chicos, por más que para la ley sean mayores de edad, si el padre dice yo le compré el auto para que no se mate con la moto y después te dice, igual a nosotros no tienen nada para sacarnos”.
En lo único que puedo pensar ahora, dijo Cintia “Es qué voy hacer, yo no creo que pueda dormir ni esta noche, ni las próximas, no puedo traer a mis hijos, ni a mis sobrinos, que se quedan conmigo todos los días y muchas noches, son 5 adolescentes, no quiero que vean esto como está, no quiero que esto vuelva a pasar nunca más”. Y agregó “Qué valor tiene para un adolescente, ya hombre, la vida, la de él y la de los otros, si cuando llega el padre le dice ¿Y… ahora que me decís? Pero le puso un auto en las manos sabiendo que no tiene responsabilidad, ni capacidad para afrontar situaciones como estas.”
Para Marcelo y Cintia no había palabras de consuelo, se acostaron tranquilos y se despertaron en medio de una pesadilla, con el auto y la casa destruidos.
Esto no es la primera vez que pasa en Sierra, las picadas fueron denunciadas muchas veces, la policía parece sorda, nunca escucha las picadas, los inspectores municipales de tránsito no existen, el 107 no funciona, no hay alcoholímetros y todos los funcionarios responsables por no poner limites a nada siguen zafando porque todavía no hubo una muerte, esperemos que nunca la haya, pero mientras tanto qué vamos a seguir esperando, que San Suerte nos proteja, para seguir diciendo, “fue una desgracia con suerte, pudo ser peor”.