El sábado 19 de septiembre colocaron la cruz definitiva de la nueva Capilla Nuestra Señora la Peregrina. La cruz permaneció durante una semana exhibida en la Catedral, desde donde el obispo de Mar del Plata, monseñor Gabriel Mestre, acompañado por el cura párroco Enrique Pío, y los vecinos de la comunidad de Gloria de la Peregrina, presidió la caravana de automóviles que la trasladó a la Capilla para ser instalada en lo alto del campanario.
El domingo 6 de febrero de 2011, se colocaba en Gloria de la Peregrina la piedra fundamental de la nueva Capilla, un viejo anhelo de la Comunidad Católica de ese barrio. Se está construyendo con mucho esfuerzo y después de casi 10 años se erige la cruz como el punto más elevado de ese barrio de la zona rural.
La emotiva ceremonia tuvo ribetes especiales por la necesidad de dar cumplimiento a las normas de protocolo para el COVID 19, uso de barbijo y distanciamiento. Salvo para los que cumplían funciones específicas, los vecinos siguieron la ceremonia desde los automóviles.
La Cruz, de acero inoxidable, ha sido realizada y donada por un profesional que quiere conservar su anonimato, fue bendecida por el padre obispo y luego fue erigida en la torre del campanario que coronó su cúpula expresando un profundo signo de fe.
LA CAPILLA
Las primeras actividades apostólicas son las catequísticas, llevadas adelante por una mujer de la zona en el espacio brindado por la Escuela N° 46. Más adelante, ya en 1966, con el auspicio del Consejo Diocesano de Mujeres Católicas, el recordado padre Boris Koman celebraba mensualmente la Santa Misa.
En 1972 asume como segundo obispo de Mar del Plata, el Siervo de Dios Eduardo Francisco Pironio, quien da gran impulso a la Juventud Católica en todas las comunidades. Los jóvenes organizados visitan las casas de los vecinos llevando la Palabra de Dios, despertando entusiasmo y devoción. Los acompaña un novel sacerdote, el padre Andrés Mangas.
El crecimiento de la comunidad católica del barrio ya requiere de un espacio físico propio. De esa manera se gesta la construcción de la primera capilla en un terreno fiscal cedido sobre la calle Río Lules. La humilde construcción, levantada con el esfuerzo de vecinos y la colaboración de los jóvenes, pasa a ser el corazón de toda la actividad apostólica hasta nuestros días.
Pasan los años, y no sólo el barrio, sino toda la zona crece en población, lo que lleva al obispo diocesano, monseñor José María Arancedo, en 1996, a la creación, en una primera instancia, de la cuasi-parroquia de Nuestra Señora del Pilar, en Sierra de los Padres. Consolidada con los años, y constituida definitivamente como parroquia, de ella pasa a formar parte la Capilla Nuestra Señora la Peregrina.
Con los años el edificio de la Capilla va quedando pequeño para la realidad de la comunidad. De esa manera, en 2010, a pedido del padre Mario Gervasoni, el obispo monseñor Luis Alberto Puiggari, constituye por decreto la Comisión Pro-Obras de un nuevo templo y comienzan las obras con la ayuda de toda la comunidad que demandaron 10 años hasta este momento.
EL NUEVO TEMPLO ROMÁNICO
El proyecto consiste en un templo ladrillero de doble muro que expresara la mayor cantidad de componentes de la construcción sacra románica, tanto en su arquitectura interior como exterior, intentando reflejarlo a los ojos de los contemporáneos sólidamente fuerte y austeramente hermoso.
Desde la diócesis expresaron “En pocos meses se estarán cumpliendo diez años de la bendición de la primera piedra. A lo largo de estos casi diez años, hemos experimentado la maravilla de la acción de la Providencia en cantidad de circunstancias y detalles, guardados con regocijo en nuestro corazón. Sólo esto ha hecho posible que pudiéramos ir viendo crecer ladrillo sobre ladrillo esta obra, que como grabamos en la piedra fundacional, ‘para Dios el mejor y más grande’”.
“La torre del campanario corona su cometido con la instalación de la Santa Cruz de nuestro Salvador, lo que expresa un profundo signo de fe. Desde hoy, en el punto más alto del barrio, campeará la Santa Cruz, fuente de vida y salvación (“In Cruce salus, in Cruce vita”), marcando la presencia de la Iglesia viviente, y un lugar espiritual en medio de la vida de los hombres, la Capilla Nuestra Señora La Peregrina”.
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