*Si entendiste el título #quedateencasa estás en edad de riesgo.
Desde que arrancó este invierno atípico y pandémico, los bomberos voluntarios locales ya atendieron una docena de incendios de viviendas que se originaron a partir de chimeneas y salamandras sin mantenimiento o mal construidas. Incluso muchas veces puede colapsar el tiraje por el mal manejo de la leña o la compra inexperta del consumidor.
Un tip que nos brindan desde el cuartel es comprar leña en verano, dejarla secar bajo techo hasta el invierno, a no menos de 10 cm del piso y así evitar la obtención de leña “de urgencia” cuando llega el frío, que viene verde o húmeda y es mucho más costosa y peligrosa que a contratemporada. Y si ello no es posible elegir en la leñera los troncos más secos, ello evitará la mala combustión y las posibles fallas del tiraje.
Como ya explicáramos en nuestro número anterior en la nota titulada “Mejor prevenir que lamentar”, son varias las acciones que se pueden llevar a cabo para el mantenimiento del hogar a leña. Pero ahora lo que nos preocupa es apelar a la responsabilidad no solo de los propietarios, si no de profesionales, constructores, albañiles, y osados que sin conocimientos básicos, se largan a armar una “bomba de tiempo” en el medio de una casa.
Según nos relatan desde el Cuartel de la zona, los incendios de casas o estructuras –como ellos llaman- en invierno, arrancan con el calentamiento al rojo vivo del tiraje, prende la capa aisladora hidrófuga (antes conocida como ruberoid) entre la chapa y el machimbre, y se esparce por toda la casa, prendiendo el techo por completo y cayendo sobre muebles y otros elementos combustibles del resto de la vivienda.
Otra previsión no siempre utilizada es separar el tubo del tiraje de la madera al menos una pulgada y rellenar ese espacio con una zinguería que contenga un aislante ignífugo de manera de distanciar la fuente de calor de la madera entablonada.
Seguro que todos deseamos o añoramos esas noches de invierno hollywoodenses, junto al hogar chispeante, con una copa de cognac en la mano, sobre una alfombra mullida… lujos impensables para un citadino de departamento, pero como todo lujo, hay que mantenerlo. Y no se trata de un gran costo, solo la responsabilidad de recordarlo cada año y hacerlo.
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